TELARAÑA
Capitulo ll
La pasión suele ser la venda de
fuego
Que
quema nuestros ojos
Dejándonos
ciegos por su candor.
Después de una semana Alejo
y Lucía se frecuentan en el mayor tiempo que les he posible; pues en ellos se
había encendido una pasión que les hacía olvidar los problemas de cada uno.
Parecía que no existía obstáculo en el mundo que pudiera vencer ese deseo que
tenían uno por el otro. Una madrugada luego de haber hecho el amor, Lucía
descansando su cabeza sobre el pecho de Alejo sin dejar de mirar el ventilador
de techo sobre ellos dice -me gusta tu departamento,
siento que es nuestro pequeño espacio de pasión y amor, es como si
perteneciéramos de toda la vida a este lugar- Alejo acariciando el cabello de
Lucía sostiene –es así, es nuestro espacio niña- luego bruscamente Lucía se
incorpora dominada por un elocuente pensamiento y mirando a los ojos de Alejo
le pregunta -¿nunca vas a dejarme… cierto?-
-depende (sonríe) –
. ¿como depende?
-del tiempo niña del tiempo- Lucía se
incorpora más aún con una expresión de tierno disgusto.
- ¿tiempo? Lo nuestro es perfecto…¿no lo ves?
-calma calma… no vayas tan rápido, lo nuestro
es pasión pero el sentimiento de compromiso entre dos personas se da solo
conociéndose en el transcurrir del tiempo-. Lucía se sienta sobre la cama casi
dándole la espalda y con voz en tono bajo replica
- yo estoy dispuesta a que conozcas más de mí
para que te convenzas que quiero una relación comprometida con vos-. Alejo
coloca sus manos en los hombros de ella y alega
-pero no se trata de solo querer, a veces el
querer es como el deseo y cuando deseamos, pero no hacemos nada el deseo se
esfuma, con esto quiero decir que valen más los hechos que las hermosas
palabras.- Lucia lo mira con un hito de desacuerdo y le contesta.
-yo te deseo y mis palabras tienen esa carga
de verdad; para demostrártelo quiero que
conozcas más de mi persona y que veas que estoy comprometida a ésta relación…
es más, estoy dispuesta a contarte cosas que pondrían en peligro tus
sentimientos hacia mí, porque me da miedo de que te asustes de mi vida.-
- no te preocupes, te doy mi palabra de que
no te dejaré por cosas que tengan que ver con tu pasado, siempre y cuando vea
que tu ya has cerrado esa puerta ¿Qué tienes para contarme?
-Eres tan comprensible y racional, gracias;
te cuento, Daniel mi esposo me ha amenazado con mensajes a mi celular diciendo
que pagaré por el daño que le he ocasionado, me hace responsable de su picada
cuesta abajo en lo profesional, sentimental, en su status como músico… Me
amenazó de muerte.
- Te sugiero Luci que le cuentes que estas con
alguien para que sepa que no estas sola y que hay alguien para protegerte.
-pero no lo conoces, él de a momento parece
un tipo pacífico y calmado pero en otros, es un perro rabioso; aparte ya sabe de
lo nuestro, me dijo también saber con quien estoy y que nos ha seguido hasta
éste edificio-.
- no temas linda perro que ladra no muerde, esos tipos así pueden parecer malos ante las
mujeres pero si un hombre les hace frente son unos terribles cobardes. En
cuanto a que sabe que vivo en éste edificio, me tienen sin cuidado; en unas
semanas me mudo ¿lo recuerdas? En un barrio estaremos más tranquilos y si nos
topáramos con él, le pondré sus límites.- Lucía llevando por debajo de las
sábanas su mano, la lleva entre las piernas de Alejo diciendo con voz sensual
-y yo te voy a poner los límites ahora… esto
es mío ¿sabes? Y comienzan a besarse apasionadamente.
Una noche alejo, estando
sólo, luego de haber cerrado la puerta de Diarios y revista de su negocio;
llegando a su edificio, revisa el buzón y encuentra una carta sin remitente, era
anónima y estaba dirigida a él; mientras comienza abrirla sube por el ascensor
hasta su piso; luego abre la puerta del departamento y puede ver el desorden a
causa de que ya ha estado embalando algunas cosas para la mudanza, que se daría
en los próximos días. Teniendo ya la carta en su totalidad abierta en las manos,
comienza a leerla:
“hola, sé que te llamas Alejo, mi nombre es
Daniel, no te conozco personalmente pero te he visto con Lucía y sé que sabes
que soy su marido; no me a costado mucho preguntar a tus vecinos en que
departamento vives pero no te preocupes, yo no me pongo en contacto con vos
para amenazarte ni enfrentarte, perdona mi atrevimiento si así lo parece. Pero
es necesario que sepas la verdad de quien es lucía. Ella se debe mostrar
cariñosa y atenta contigo, ella es muy
persuasiva pero no es quien muestra ser; ella arruinó mi carrera y mi vida, ella
me robó frutos de mi trabajo, ella se victimiza para poder llamar la atención,
eso y su belleza son la formula que utiliza para engañar a los hombres. Si bien
ella fue de gran inspiración para mi música y mi vida, la realidad de su
persona también ha destruido parte de mi vida. La noche que abrí mis ojos ella
intentó tapármelos con mentiras y confusiones, victimizándose, acusándome, pero
nada evito que yo pudiera verla tal cual es, un poco tarde sí, pero pude verlo al fin. En mi última gira en
la que habíamos ganado mucho dinero con la banda; Lucia y yo habíamos resguardado
el dinero en nuestra casa, nadie lo sabía más que nosotros. Lucía me ha robado
y su juego es hacerme pasar por un hombre celoso, yo sé que ella tienen el
dinero de todo lo que he venido recaudando de las giras, años de esfuerzo y
trabajo, me lo ha robado, y me ha quitado la ilusión de creer que ella era mi
amor en quien podía confiar. Quiero que tu seas testigo de algo que sólo puedo
dártelo en persona y después saca tus propias conclusiones, no le digas nada
por favor sólo necesito que veas quien es ella en realidad. Aquí te dejo mi
numero 15616882 llámame a la brevedad.”
Alejo
disca el número de Daniel en su celular y solo es atendido por el contestador.
Habiendo apenas unos minutos cruzado la puerta de entrada a su departamento
suena el timbre del portero, se dirige al tubo para preguntar quien era a esas
horas, pensando en lo leído y en que quizás Daniel había tenido el atrevimiento
de llamar a esas horas de la noche a su portero; titubea de descolgar el tubo
para preguntar, pero pregunta
-¿Quien es?
-Lucía mi amor- Alejo siente cierto alivio y
entusiasmo al escuchar la voz de su amante y responde.
-Sube niña que grata sorpresa. Cuelga el tubo;
toma la carta y la coloca sobre el refrigerador debajo de un cenicero pesado de
acero que en sus bordes sobresalían del mismo material formas redondeadas dándole la forma de flor.
Y junto al cenicero deja su celular en modo silencio. En ese lapso de tiempo
siente subir el ascensor, luego detenerse en su piso, en segundos el sonido de
apertura y cierre de las puertas
corredizas del mismo, seguido de ruidos de taco y luego dos golpes suaves en la
puerta de su departamento. Alejo abre la puerta y allí estaba Lucía; había
retrocedido unos pasos atrás para dejarse ver de cuerpo entero por alejo;
estaba con un sobretodo de terciopelo negro hasta los tobillos desprendido,
dejando ver su cuerpo con lencería borra vino con puntillas y detalles
trasparente y muy pequeña; la piel brillaba encendida bajo la luz del pasillo
donde ella estaba; su cabello lacio caía hacia adelante cubriendo apenas sus
pechos desnudos; y los labios carmesí susurraron -ven mi amor, que tengo frío-.
Alejo totalmente encendido al ver a Lucía tan erótica y sensual balbucea –
déjame mirarte un poco más-. Lucía permanece sonriendo mirándolo provocativamente
mientras estira una de sus piernas dejando ver un porta ligas del mismo color
del resto de la lencería diciendo –¿te gustan mis tacos rojos?-. a ese punto
Alejo no se contiene y se abalanza para besarla apasionadamente y Lucía lo
envuelve con el sobretodo y ambos pueden sentir esa extraña comunión de fuego
peligroso que los une y sin importarles nada hacen el amor desenfrenadamente en
los pasillos del piso siete donde vive Alejo. Mientras están en ese frenesí de
devorarse el uno al otro; alejo piensa en la carta y considera olvidarse de
todo lo que hay en ella, piensa que es típica reacción de un marido celoso y desesperado
por recuperar a su mujer y con intenciones de venganza. Pero la idea de
confrontar a Lucía con la carta no lo ve conveniente, ni mucho menos pensar en
dejarla; pensaba para sí “como dejar a esta hermosa mujer, tengo que estar loco
si lo pensara un segundo siquiera”
Capitulo lll.
La mujer adúltera devora al hombre,
luego se limpia la boca y dice:
"¿que hice de malo?"
proverbio 30:20
1:20 am.
Alejo se
despierta, está desnudo bajo las sábanas, Lucía no se encuentra junto a él; se
sienta apoyándose en el espaldar de la cama de dos plazas y parece sentir
ruidos en la cocina, luego en el baño y al cabo de unos minutos lucía regresa sigilosa
a la cama, pero se sorprende al ver sentado a su amante esperándola y sonríe.
Alejo reconoce estar en el dominio de ésta mujer muy bella.
-¿donde estabas chiquilla?-. Metiéndose
en la cama siempre con sus movimientos felinos en cada expresión contesta –no
me puedo dormir cariño, hace rato estoy dando vuelta por la casa.
-¿ha
que se debe linda?
-es por un deseo; una loca fantasía dándome vuelta en la
cabeza y aunque parezca trivial que ello me quite el sueño, la única manera de
que me pueda dormir es sabiendo que cumplí con éste deseo… que satisficiste mi
deseo
-¿Ja ja que locura es esa hermosa?
-no es locura, es mi lenguaje natural al amarte; te explico
cielo. Mi fantasía es erótica y quiero cumplirla contigo ahora mismo-. Lucía
mira el reloj sobre la mesa de luz digital y son las 1:25 am de la madrugada y
continúa. – mira aún no son las dos de la mañana y la heladería que está sobre
avenida Velez Sarfield, atiende hasta las dos de la mañana.
- ja ja ja mas que fantasía es un antojo linda.
-ay cielo no te apresures déjame terminar; quiero que compres
medio kilo de helado de frutilla de chocolate y de frutos rojos porque quiero
que comas de esos sabores servidos en mi piel, luego yo hago lo mismo contigo…
por favor ve y compra el helado yo prometo que no vas a olvidar ésta noche.
- ¿pero a esta hora niña?
-por favor cielo dime que sí.
-pero la noche está helada y no quiero salir de la cama,
cambiarme, bajar por el ascensor, caminar cinco o seis cuadras…-. Lucía se
sienta con expresión de capricho diciendo.
-si me cumples éste dese prometo cumplir cualquier fantasía
tuya, sólo dime y lo aré pero antes debes cumplir con la mía.
- negociadora la nena… bueno voy; vos sabes convencerme.
1:45 a.m
Alejo; de regreso caminando por las calles hasta el edificio,
no puede dejar de sonreír al pensar de tal locura a la que ha cedido, pero a su
vez está ansioso de llegar a su departamento y desvelarse extasiándose de su
amante. Cruza la entrada principal del edificio; alcanza a ver la puerta de la
oficina del encargado del horario nocturno, y éste ni se asoma, pero Alejo sabe
que la razón es porque se encuentra dormido sobre su escritorio como es de
costumbre; presiona el pulsador para llamar el ascensor; la luz de planta baja
es amarilla y opaca; piensa que deberían cambiar la iluminaria. El ascensor
llega, abre las puertas corredizas, ingresa a la cabina, presiona en el tablero
el piso siete y huele un perfume de hombre que ha quedado impregnado en esas
paredes del ascensor; llega a su piso, sale de la cabina del ascensor y nota la
puerta de su departamento totalmente abierta; se apresura a entrar y se
encuentra con un sujeto de cabellos largos oscuro hasta los hombros, vestido de
campera tipo saco de cuero negro; camisa de un azul marino entallada cuyas
solapas son puntiagudas y desprendidos los primeros dos botones del cuello,
deja verse una cadena de oro con un crucifijo. Estaba mirando en dirección al
baño que está en el mismo pasillo donde está el cuarto, pero parado desde la
cocina. Lucía no se encuentra allí, Alejo grita con autoridad
-¿Quién eres?
-Daniel
-¿y lucía?
-en el baño, se ha encerrado allí
- ¿Qué pretendes hijo de puta? ¡Más te vale que se encuentre
bien Lucía o te mato con mis propias manos!-. Eufórico Alejo clava la mirada en
Daniel y en ese instante sale del baño Lucía gritando -¡cuidado amor; es
peligroso no te acerques!-. Daniel se sobresalta y grita - ¡cállate hija de
puta mentirosa!-. Alejo lo toma del cuello y con la otra mano le acierta una
trompada en el rostro; Daniel un poco aturdido ante el primer impacto de la
pelea responde con una patada en el abdomen de Alejo para alejarlo; mientras
Lucía cierra las puertas del departamento y Alejo y Daniel destrozan a sus
pasos las cajas con objetos embalados para la mudanza, tras ofuscada pelea mano
a mano que tienen en el lugar.
-¡pará pará! Grita Daniel
-¡pará las pelotas hijo de puta! Invades mi casa a media
noche ¿que te piensas bohemio de mierda?-. Daniel logra alejarse un poco de
Alejo y dice
-ya vas a ver como son las cosas realmente-. Mete
apresuradamente la mano derecha en el bolsillo del saco que lleva puesto; lucía
que estaba cerca de Daniel al lado del refrigerador, resguardándose de aquél
torbellino de trompadas; grita -¡tiene un arma!-. Alejo abre sus ojos
sorprendido y retrocede y antes que Daniel pueda sacar su mano del bolsillo,
Lucía tomando de arriba del refrigerador el cenicero macizo, le acierta un
golpe en la nuca a su marido. Daniel cae tendido al suelo sin moverse; lucía
corre a brazos de Alejo que no saca su mirada de Daniel mientras pregunta a Lucía
si se encuentra bien y ella asiente con la cabeza mientras se resguarda a
espaldas de Alejo; los ojos de ella están repletos de lágrimas y sus manos
temblorosas.
En minutos
Alejo se acerca a Daniel, le toma el pulso, se seca el sudor en la frente y
comienza a maldecir - ¡la puta madre… está .. está muerto!-.
Lucía rompe en llanto desolador; Alejo revisa el bolsillo del
saco de Daniel; para ver que tipo de arma llevaba consigo, y para su asombro se
encuentra con una cajita porta CD, la retira y lee “pandemia” nombre de la
banda y al parecer el nombre del disco “hijos emergiendo de la oscuridad”.
Lucía con la quijada abierta y los ojos rojos sollozando balbucea –pensé… pensé
que era un arma… él siempre llevaba un arma consigo cargada… ese… es sólo el
disco de su banda…no lo entiendo… ¿que hice Dios?-. se abraza a su amante que
está casi en un estado de shock sentado en el piso de la cocina, junto al
cadáver de Daniel; se quedan en silencio aturdidor por un buen tiempo.
2:20 a.m
Alejo se
levanta del suelo, como si despertara del letargo en que estaba sumido, mira a
Lucía, le ayuda a levantarse; con sus pulgares les limpia las lágrimas, ella
aún permanece taciturna mirando el cadáver de su marido y Alejo dice.
-vamos a tener que llamar a la policía… todo fue en defensa
propia, el invadió mi casa.
-¡no!-. Grita lucía – esto es grave; soy legalmente su
esposa, yo no quiero que te veas involucrado… aparte sea como sea somos
culpables y pensar que ambos podríamos estar separados si somos apresados no
podría soportarlo amor… me moriría si no estoy con vos un solo día de mi vida.
- ¿que nos quedaría por hacer Lucía? Esto es realmente grave;
todo es una locura como pudo haber terminado así.
- pará, calmémonos Ale… pensemos rápido pero con lógica-. Un
silencio prolongado invadió el departamento hasta que lucía dice – ¿tus
vecinos?¿habrán escuchado algo?-. alejo
la nota nerviosa y temblorosa y se le acerca y la abraza – quédate tranquila
los departamentos contiguos son oficinas, el único que habita éste piso como
domicilio soy yo-.
-¿pero el piso de arriba y el de abajo?
- no te preocupes es un edificio viejo; desde que has venido
¿nunca te ha llamado la atención de no sentir a los vecinos de arriba o los de
abajo? Las paredes y techos son gruesos; sí se pudo haber oído algo apenas si
habrán sentido un pequeño tropel.
- entonces.. amor… nos deshagamos de Daniel… no queda otra-.
Y Lucía comienza a sollozar nuevamente.
-¿deshacernos de Daniel?... ¿Cómo? … no somos asesinos
-vida no nos queda otra salida… es de madrugada, hay poca
gente en las calles, vos estas por mudarte y podemos sacar alguna ventaja de
ello, es el pretexto perfecto para sacar a Daniel envuelto en algo; lo llevamos
hasta el auto que está en la cochera en el subsuelo, si tenemos suerte no nos
encontraremos con nadie en el camino, luego cargamos otras cosas en el auto
para disimular… y podemos dejar el cuerpo de Daniel en alguna zona de la
costanera, la más oscura y apartada de las casas y edificios. Cuando lo
encuentren pensarán que fue asaltado.
-pero es peligroso Lucía ¿y si nos ve alguien? Peor, nos
incriminamos más-.
Lucía se le acerca y mirándolo fijamente con sus ojos
penetrantes y oscuro le dice – amor es lo único que nos queda por hacer, si
vamos con la verdad las consecuencias no serán a nuestro favor….lo intentemos
cielo vas a ver que todo saldrá bien…-. Alejo se queda pensativo sintiendo el
sabor metálico de la sangre en su boca, por alguna trompada que le hubo
acertado minutos atrás Daniel, y dice – bueno… toma las llaves del auto y
estaciónalo lo más cerca posible de la salida de los ascensores en el subsuelo,
yo envuelvo a Daniel con algunas frazadas y sábanas, bajo rápidamente por el
ascensor hasta la cochera en el subsuelo; ten la puerta del baúl abierta y
procura tener las luces del vehículo apagadas. Luego subiré a buscar un par de
cajas y algunos tratos para disimular que cargamos objetos, eso por si nos ve
alguien dentro de edificio-. Lucía sigue la orden de Alejo y él se dispone a
envolver el cadáver y lo hace desprolijamente al punto que sus nervios no lo
dejan analizar esa situación coherentemente; y pese a que es evidente que entre
esas telas hay una persona, osadamente Alejo lo carga casi a rastras hasta el ascensor,
luego desciende hasta el subsuelo y Lucía esperándolo lo ayuda a levantar a
Daniel hasta el baúl; lo colocan allí y Alejo huele el perfume de Daniel y
reconoce es el mismo al que olía en el ascensor cuando regresaba con el helado
antes de la disputa. Luego Alejo sube por algunos trastos y cajas haciendo dos
o tres viajes, algo realmente innecesario ya que habían tenido la suerte de no
cruzarse con nadie, ni siquiera con el encargado del edificio que evidentemente
seguía dormido en su escritorio, pero los nervios que tenía le hacían llevar el
plan al pie de la letra.
3:30
Era una
madrugada húmeda en pleno otoño corría una brisa fría del sur y efectivamente
en las calles no había muchos vehículos. Lucía estaba taciturna mirando el
asfalto por delante de ellos. Alejo conducía mirando hacia los costados, tenía
temor de los controles policiales y que pudieran acaso ver la intranquilidad en
el rostro de ambos y que ello pudiera levantar sospecha; pero hasta entonces la
suerte estaba de su lado. Tomaron la costanera y eligieron una zona desolada y
bajo el cruce de un puente detuvieron el vehículo, fue todo rápido, lucía
estaba haciendo guardia hacia ambos lados de la calle; mientras Alejo retiraba
del baúl el cadáver de Daniel, en
minutos le sacaba sus pertenencias y su saco de cuero, zapatos, celular billetera;
lo único que dejo en el bolsillo de atrás del pantalón de Daniel fue su DNI; y dejó tendido boca abajo el cadáver. Se
dispuso a meter todas las pertenencias de Daniel en una bolsa negra de plástico
y la arrojó en el baúl. En silencio dio a entender a Lucía que subiera al coche
-que Dios nos perdone Lucía-. Fue lo único que atinó a decir al salir de
allí y se marcharon con las luces bajas
y despacio; una vez estado varios metros del lugar aceleró el auto hasta
perderse en las calles de la ciudad.
Ambos quedaron en no encontrarse
hasta un buen tiempo después, de que fuese pública la muerte de Daniel.
“Un cadáver fue encontrado a orillas de la
calle de un sector de la costanera de nuestra ciudad, por un ciclista que
haciendo su recorridos habituales, pudo ver lo que le pareció una persona
acostada en el suelo; una vez cerca del lugar pudo entender que se trataba de
una persona fallecida; por lo que avisó inmediatamente a las autoridades que se
hicieron presente; según las primeras pericias, la persona fallecida sería
Daniel Luciano Cisneros; músico y cantante; la razón de su muerte que aun no
son confirmadas, en apariencia a sido víctima de un robo; ya que Daniel estaba
despojado de algunas pertenencias personales.”
Así fue l primera información en los
medios. Se asumió que Daniel había sido una victima más de la inseguridad de la
Ciudad de Córdoba.
Daniel fue velado en una sala velatorio de
la calle Juan B justo. Su féretro estando en medio de la sala estaba rodeados
de coronas, una cruz de madera del lado de la cabecera del ataúd. Las
inscripciones en las cintas mortuorias en dorados decían “larga vida al Rock
Daniel” “tus compañeros de banda” “tus amigos” “tu esposa”; y alrededor grandes
sillones en la que estaban ocupados por personas mayores pero en el resto de la
sala estaba repleto de familiares; músicos amigos, compañeros de banda; y
fanáticos de Daniel y su música; todos estaban allí para hacer el cortejo y
despedir a Daniel. Alejo también se encontraba allí, una especie de curiosidad
e inseguridad propia de su conciencia lo llevo a estar allí para ver que
pasaba. claro está lo hacia escondido entre la muchedumbre, y a unos metros del
ataúd lo suficientemente lejos para no sentir remordimiento; podía ver lucía
sentada en uno de los sillones, rodeada de amigas dándole consuelo; ella estaba
con una gafas oscuras y vestida de luto, era en ese cuadro lastimero de olor a
flores y hedor de perfumes mezclados, una perla brillando en medio de tal
atmosfera mortuoria. En un momento Alejo no tolera permanecer más tiempo allí,
donde la gente entra y sale, susurra y se persigna; así que decide marcharse,
cuando gira para tomar la puerta de salida haciéndose paso entre las personas,
siente que una mano se le apoya en el hombro y lo jala hacia atrás un poco;
mientras al oído una voz ronca le dice confidentemente -¿Qué haces acá hijo de
puta?.- Alejo se da la vuelta sorprendido para ver quien era; mientras sus ojos
recorre a los que están tan cerca de ellos con temor a que alguien más halla
escuchado lo que aquel extraño acababa de decirle; y frente a frente se
encuentra con un tipo de cabello colorado con un pircing en la nariz y un
tatuaje en la mejilla de una lágrima. Alejo le dice –¿disculpe amigo, lo
conozco?.- y el tipo pelirrojo se le acerca y le susurra nuevamente al oído con
cierto aire de sarcasmo –no te hagas el otario; vos te curtís la mujer del
fallecido y tienes la caradures de hacerte presente en este lugar.-
Alejo le saca la mano del hombro y sin
contestarle se dispone a caminar; cruza entre la gente casi atropellando a
todos a su paso, y el pelirrojo por detrás; logra salir de la sala, avanza
hacia la calle agitado, busca la caja de cigarrillos en su bolsillo retira uno
de su compartimento y lo enciende tembloroso, todo eso sin detenerse, mira
apenas hacia atrás y puede ver por el rabillo del ojo que aquel pelirrojo lo
sigue observando desde la entrada de la sala velatorio y hasta parece percibir
una sonrisa en su rostro; hasta que alejo doblo en una esquina perdiéndolo de
vista.
(continuará)
Diego Emilio corzo