Me tomaste de sorpresa,
me acorralaron tus palabras,
me envolviste en tu verborragia;
me tendiste una trampa.
Me despertaste del luto,
me impresionaron tus discursos,
me acusaste de tus marañas;
me perdonaste de tus acciones,
como si fueran mis responsabilidades.
Creaste un atmósfera densa y lúgubre
en tu intento de llegar a una final en Paz;
pero despertaste dragones,
encendiste cólera y herviste la sangre,
y sin más palabra que remediar las acusaciones,
nos besamos entre lágrimas
sin llegar a ningún lado;
tu insistías en el adiós,
afirmando que eso era amor,
pero el amor tiene un puerto
el amor tiene un nombre
sinónimo de decisión
y conlleva un compromiso
y los compromisos son para siempre;
todo lo demás es sólo un espejismo.
Diego Emilio Corzo.
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